He visitado el Parque durante 4 años, de lo que se deduce que me ha gustado lo suficiente para repetir. No obstante, he podido apreciar un deterioro progresivo del entorno.
Soy consciente de que la presión y agresión que ejercemos los visitantes es importante; pero también no es menos cierto que el cuidado que tendría que venir por parte de la Guardería es, cuanto menos «relajado»: acumulación de basuras en los contenedores de las zonas de aparcamiento (si se anima a los visitantes que dejen su basura, es responsabilidad de los gestores del Parque el retirarla con frecuencia); poca o ninguna vigilancia de los guardas, lo que anima a los desaprensivos a abandonar la porquería en cualquier sitio, encender fogatas, acampadas multitudinarias, etc.
Ya que hablamos de un «entorno protegido» es necesario regular su disfrute (sin necesidad de prohibir, tan de moda hoy en día); pues si de dejan las cosas así, dentro de pocos años no habrá nada que protejer.
He tenido noticias sobre el posible asfaltado de la pista de San José a Monsul. Me parece una barbaridad
Sobre este particular, ya he sugerido en las oficinas del Parque el método de actuación de otros entornos protegidos (Valle de Benasque), donde para acceder a determinados enclaves, se han habilitado aparcamientos disuasorios y puesto en marcha un servicio de autobuses (en los que se hace efectivo un billete de ida y vuelta por un precio razonable.
Con ello los visitantes acceden sin su vehículo privado, sin demoras, les causa la sensación de entrar en un recinto verdaderamente especial y protegido y, seguramente, se conciencian sobre su conservación. Además sería más fácil para los Gestores del Parque controlar el uso irracional del entorno.
Por otra parte, el abono de los billetes autofinancian su implantación y producen algún beneficio que se pudiera invertir en cuadrillas de limpieza de las calas.
De cualquier forma volveré a visitar ese maravilloso entorno.
Antonio Mena y Angeles García
